¿El precio lo es todo?

En estos momentos que vivimos de incertidumbre económica, se hace frecuente en todos los ámbitos el comentario “necesito que me ajustes este precio”.

En estos momentos que vivimos de incertidumbre económica (por mucho que digan aún seguimos en esa fase aunque, cierto es, que aparece una luz al fondo del túnel…) y énfasis en la austeridad en el gasto, se hace frecuente en todos los ámbitos el comentario “necesito que me ajustes este precio”.

Diferencia entre caro y costoso

Veo vital diferenciar lo caro (aquello que compramos y que no merece dicho precio, pues debería ser netamente inferior) de lo costoso (aquello que compramos y que tiene un elevado precio). Lo caro es fácilmente ajustable pero, lo costoso, puede llegar a ser muchísimo más difícil.

Partiendo de la comprensión hacia el cliente y la existencia “de toda la vida” de unas reglas/normas de negociación básicas, considero que en muchas ocasiones se extralimita el uso del comentario antes mencionado.

¿El precio lo es todo?

Soy de la opinión de que NO TODO ES EL PRECIO. Y no entro a valorar intangibles, conceptos como el valor añadido y otros similares, susceptibles de ser denostados o drásticamente ridiculizados/eliminados. Lo que quiero analizar conjuntamente con el lector es si realmente todos basamos nuestras compras única y exclusivamente en el precio.

Bajando, disminuyendo, apretando y limando más y más el precio de las cosas, lo que vamos obteniendo es una repercusión cada vez mayor en toda la cadena que hay debajo de cualquier servicio. Obviamente, todos estamos dispuestos a ceder, siempre que quede un mínimo margen de beneficio que tenga un sentido para el servicio/esfuerzo/inversión que se va a efectuar, aun a sabiendas de que en otras épocas pretéritas no muy lejanas el precio era muy diferente, lo que nos permitía crecer a ritmos más acelerados, invertir más en los proyectos empresariales y, en definitiva, generar mayor riqueza para el sistema económico.

Los clientes deben valorar si el servicio es caro o costoso y determinar si “se la juega”, SOLO POR EL PRECIO, con alternativas en las que a lo mejor (yo diría que con total seguridad) el servicio no es para nada comparable al esperado.

Nosotros estamos preparados con la lima pero, ¿lo están los clientes para NO PENSAR SOLO EN EL PRECIO?